Taylor Swift: entre el tributo y la coincidencia

Vinilo "The Life of a Showgirl".

El nuevo álbum “The Life of a Showgirl” revive la discusión sobre inspiración y originalidad, tras las similitudes que los oyentes han encontrado entre algunas de sus canciones y clásicos de otras épocas.

Taylor Swift no necesita presentación. A estas alturas, cualquier lanzamiento suyo se convierte en un fenómeno global, una tendencia inevitable y una conversación pública que trasciende la música. Pero con su más reciente álbum, The Life of a Showgirl, la atención no solo se ha centrado en sus cifras arrolladoras o en su estética de diva de cabaret contemporáneo. Esta vez, las redes sociales y algunos medios han girado la mirada hacia otro aspecto: las similitudes que ciertos oyentes detectaron entre algunas canciones del disco y temas icónicos de otras décadas.

¿Coincidencia? ¿Inspiración? ¿O parte de una estrategia creativa para rendir tributo a quienes marcaron el camino del pop moderno? En un momento donde todo se analiza al detalle, las fronteras entre homenaje y copia parecen cada vez más difusas.

Desde su anuncio, The Life of a Showgirl fue un acontecimiento. El álbum, lanzado en octubre de 2025, representa el duodécimo trabajo de estudio de Taylor Swift y llega después del monumental The Tortured Poets Department y del cierre de su gira mundial The Eras Tour, una de las más exitosas en la historia de la música.

Con solo doce canciones, este nuevo proyecto sorprendió por su brevedad (una apuesta poco común en una artista acostumbrada a discos dobles y extensos). También por su concepto: una oda al espectáculo, a la exposición y al precio de vivir bajo los reflectores. Swift construye una narrativa sobre la mujer que entretiene, la que sonríe mientras el mundo la observa, y la que transforma la vulnerabilidad en espectáculo.

El lanzamiento fue acompañado de múltiples ediciones físicas (vinilos, CDs y cassettes), y una estrategia de marketing discreta pero efectiva. En menos de una semana, el álbum rompió récords de ventas: más de cuatro millones de copias equivalentes en Estados Unidos y más de dos millones de reproducciones simultáneas en su primera hora de estreno. En Reino Unido también arrasó, estableciendo nuevos récords de streaming y posicionándose en el número uno de las listas de ventas.

TAS Rights Management

Opalite

El ejemplo más difundido es el de Opalite, una balada luminosa que muchos han asociado con el clásico de Luis Miguel, 1+1=2 Enamorados, lanzado en 1982. Desde su primer fin de semana, redes sociales se llenaron de videos comparativos: fragmentos del coro de ambas canciones superpuestos, análisis de tono y ritmo, y hasta memes sobre una hipotética colaboración entre ambos artistas.

Más allá de la polémica, Opalite se ha convertido en una de las canciones más reproducidas del álbum. Su atmósfera nostálgica y su producción elegante demuestran que Swift domina el arte de reinventar sensibilidades pasadas. Y si de algo sirve esta controversia, es para recordar cómo la música latina ha permeado los lenguajes del pop global.

Actually Romantic

Otra de las canciones que ha generado conversación es Actually Romantic, una pieza de guitarras eléctricas, tempo medio y espíritu adolescente. En foros musicales, se ha dicho que suena como una versión moderna de Teenage Dirtbagde Wheatus, ese himno alternativo de inicios de los 2000.

La comparación se debe a su estructura armónica similar y al contraste entre la voz melódica y la base grunge. Sin embargo, los críticos coinciden en que Actually Romantic se inspira en una estética más amplia: el revival del pop-punk y el rock alternativo que ha regresado con fuerza en los últimos años, y no necesariamente en una canción específica.

Se describió el tema como “una recreación pulida del espíritu alternativo de los noventa, más que una cita directa”.

En cualquier caso, lo interesante es cómo Swift logra capturar ese sonido con la precisión de alguien que ha sabido reinventarse constantemente. La canción, más que copia, parece funcionar como una ventana a una época musical que muchos creyeron extinta.

 

Elizabeth Taylor

Elizabeth Taylor, por su parte, ha sido comparada con Ride de Lana del Rey, no por sus acordes sino por su atmósfera. Ambas canciones comparten un tempo lento, cuerdas profundas y un aire de melancolía cinematográfica, pero ahí terminan las similitudes.

Lana del Rey y Taylor Swift pertenecen a dos escuelas distintas del pop, aunque comparten un interés por la estética vintage y las referencias culturales. En Elizabeth Taylor, Swift parece rendir homenaje a la iconografía de Hollywood clásico, no a una canción específica. Su voz adopta un registro más grave, casi narrativo, mientras los arreglos evocan la banda sonora de un filme romántico de los años sesenta.

Críticos de Esquire USA  señalaron que este tema refuerza la teatralidad conceptual del álbum: la idea de la artista como actriz que interpreta versiones de sí misma ante un público expectante. Es una pista que conecta directamente con el título del disco, alejándose de la polémica y reafirmando su dominio narrativo.

 

Wood

Menos comentada, pero igualmente interesante, es Wood. Algunos oyentes han detectado un guiño al soul clásico de los Jackson 5, en especial a I Want You Back. La base rítmica, con percusión orgánica y bajo en primer plano, recuerda el brillo de las producciones Motown, aunque con una textura moderna.

Sin embargo, los expertos han sido claros: no hay elementos idénticos entre ambas canciones, solo un espíritu compartido. En lugar de imitar, Swift parece inspirarse en la alegría y la calidez del soul de los setenta para darle un cierre optimista a un álbum introspectivo.

El resultado es una pieza que rinde tributo sin caer en la repetición. Wood funciona como recordatorio de que la nostalgia también puede ser innovación.

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El fenómeno de encontrar similitudes entre canciones no es nuevo. La música popular está construida sobre ciclos de referencias, progresiones repetidas y arreglos heredados. Casos como Blurred Lines y Got to Give It Up de Marvin Gaye mostraron lo difuso que puede ser el límite entre influencia y plagio.

En el caso de Taylor Swift, las comparaciones parecen responder más a coincidencias armónicas y a la intención de recrear estilos clásicos que a una apropiación directa. No existen registros de demandas, reclamos formales ni reconocimientos de influencia explícita. En la práctica, su obra encaja dentro del marco legal y artístico de la reinterpretación, un mecanismo legítimo en la creación contemporánea.

Además, su equipo ha sido cuidadoso: Max Martin y Shellback son productores veteranos, conocedores de los márgenes del derecho musical. Es poco probable que un proyecto de esta magnitud incurra de forma consciente en un terreno riesgoso.

El auge de The Life of a Showgirl  confirma que Taylor Swift sigue siendo una de las narradoras más poderosas del pop global. Su capacidad para tomar referencias, convertirlas en lenguaje propio y movilizar emociones colectivas es innegable.

Las comparaciones con Luis Miguel, Wheatus, Lana del Rey o los Jackson 5 son, más que la prueba de su impacto: cada oyente encuentra en su obra un espejo de sus propias memorias musicales.

Si algo demuestra este debate, es que la originalidad absoluta en la música pop es casi imposible. Lo que define a un artista no es la ausencia de influencias, sino la manera en que las transforma. Y en eso, Swift sigue siendo una experta

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