De ser espacios reservados para unos pocos, los desfiles comienzan a vivirse en bares, centros culturales y pantallas gigantes gracias al fenómeno impulsado por el creador francés Lyas (@ly.as). Con patrocinadores oficiales, cientos de asistentes y una energía más cercana a un evento deportivo que a un front row tradicional, los watch parties se consolidan como el movimiento que está democratizando la Semana de la Moda.
por Ramé Cabrera
Durante décadas, los desfiles de moda fueron sinónimo de exclusividad absoluta. Solo unos pocos (editores, compradores, celebridades, insiders) tenían acceso a ese mundo donde la luz, la música y la ropa se convertían en espectáculo. Para la mayoría, quedaba apenas una imagen filtrada en revistas impresas o, más tarde, un video en YouTube publicado días después. Ese universo parecía inamovible, hasta que una idea sencilla comenzó a desatar un cambio que hoy ya nadie puede ignorar: los watch parties.
Estos encuentros, que consisten en ver de forma colectiva los desfiles transmitidos en vivo o grabados, están alterando el modo en que la moda se consume y se comparte. Y si hay un nombre que simboliza este movimiento es el del creador francés Elias Medini, conocido como Lyas (@ly.as en Instagram y TikTok), que pasó de ser crítico en redes a organizar eventos multitudinarios que compiten en energía con los propios desfiles.
De París a Londres: expansión con respaldo oficial
Tras la primera experiencia, llegaron más ciudades. En Londres, el British Fashion Council (organismo oficial de la moda británica) apoyó formalmente los watch parties organizados por Lyas. Allí, en un espacio que habitualmente servía de sala de conciertos, se proyectaron los desfiles de diseñadores emergentes junto a casas consolidadas. Lo interesante fue que, en lugar de un público reducido, asistieron más de 500 personas, incluidos estudiantes de moda que nunca habían pisado una pasarela.
En París, durante la Fashion Week de septiembre, el movimiento alcanzó otra escala: el espacio La Caserne, un centro creativo que funciona como hub para marcas sostenibles, recibió a más de 1.000 asistentes por día en retransmisiones de Balenciaga, Loewe y Chanel. Allí hubo DJs, activaciones de maquillaje con MAC Cosmetics y charlas sobre circularidad patrocinadas por Vestiaire Collective. La moda, por primera vez, parecía menos un ritual privado y más un festival abierto.

Los watch parties no son solo un entretenimiento alternativo. Representan un cambio estructural en la forma de consumir moda. Varias razones explican por qué este formato se ha vuelto tan atractivo:
- Accesibilidad real. Un asiento en el front row es imposible para la mayoría. En cambio, con una entrada gratuita o de bajo costo, cientos pueden vivir el desfile como experiencia colectiva.
- Energía compartida. Ver un desfile en solitario por streaming no se compara con vivirlo rodeado de otras personas. La moda se convierte en conversación, en debate, en gritos de emoción cuando aparece un look icónico.
- Visibilidad ampliada. Las marcas obtienen un valor agregado: sus desfiles dejan de ser solo un evento físico para unos cuantos y se multiplican en miles de teléfonos y publicaciones de redes.
- Cambio cultural. Los jóvenes, sobre todo la generación Z, buscan experiencias compartidas y menos jerárquicas. La moda ya no puede ser solo elitista; necesita comunidad.
“No estoy en la primera fila, pero siento que estoy involucrado en la industria”
Estudiante de diseño de Lyon
Los números confirman que no estamos frente a una moda pasajera.
- En la temporada otoño/invierno 2025, el valor de menciones digitales de la Fashion Week alcanzó los 768 millones de dólares, un aumento del 46 % respecto a 2024. Una parte significativa del crecimiento se explica por el contenido generado en estos eventos colectivos.
- Lyas se consolidó como el comentarista con mayor impacto en earned media value (EMV) para marcas como Eckhaus Latta, Luar y Dsquared2.
- Las watch parties en París superaron los 1.000 asistentes por día, una cifra que rivaliza con la capacidad de muchos desfiles oficiales.
Desafíos: ¿puede sostenerse el modelo?
Aunque los watch parties están en auge, existen tensiones que marcan su futuro:
- Control de imagen. Las grandes casas podrían buscar limitar las retransmisiones para preservar la exclusividad.
- Sostenibilidad económica. Lyas ha confesado en entrevistas que muchas veces él mismo asume parte de los costos de los eventos, lo que plantea dudas sobre la rentabilidad a largo plazo.
- Autenticidad vs. comercialización. A medida que más marcas patrocinan, surge el riesgo de perder la frescura inicial.
Lo más interesante quizá no es el evento en sí, sino el rol que asume una figura como Lyas. Ya no es un simple comentarista digital, ni un outsider en redes: es curador de experiencias colectivas, capaz de convocar a cientos de personas y generar conversación global. Su trayectoria evidencia que la autoridad en moda ya no reside únicamente en editores o críticos tradicionales, sino en creadores que logran conectar con comunidades reales.
Los watch parties están cambiando la esencia del desfile de moda. De un acto elitista, reservado y cerrado, se pasa a una experiencia compartida, accesible y vibrante. Ya no se trata solo de estar en el front row, sino de ser parte de una comunidad que vive la moda en tiempo real, sin importar si lleva zapatillas o un vestido de archivo.
Lo que comenzó con la exclusión de un creador en París se convirtió en un movimiento con alcance global, respaldado por instituciones y marcas, capaz de reunir a miles de personas en torno a una pantalla gigante. En la era de la inmediatez digital, la moda parece haber encontrado un nuevo ritual: celebrarse no en soledad, sino en colectivo.
El futuro aún no está escrito, pero una cosa es clara: los desfiles ya no pertenecen solo a unos pocos. Con los watch parties, la moda empieza a ser realmente de todos